Capítulo 5: De ninguna parte
Ni de allí, ni de aquí. Cuando te vas a vivir fuera, y especialmente al principio, se suele tener un sentimiento de no pertenecer a ninguna parte. Has dejado atrás una vida y aún no has construido otra nueva. Algo tan simple como tener familia, amigos o vida social se convierte en todo un desafío.
Sahar y yo habíamos empezado a hacer buenas migas. A los dos días de llegar a Doha, Sahar había pedido a las vecinas su contraseña de WiFi, creo que es la persona con más cara que he conocido nunca y tal vez esa es una de las razones por las que acabó siendo mi mejor amiga. Como era en su habitación en el único lugar donde llegaba la señal, yo empecé a pasar más tiempo allí con ella. ¡Al final su habitación, sin baño privado, resultó ser mejor! El hecho de que ambas fuésemos nuevas y estuviésemos en la misma clase también nos unió bastante. Claudia, Alyssa y Milica tenían compañeras de piso que llevaban allí varios años, iban a su rollo y nunca llegaron a forjar una relación cercana con ellas.
Las cinco pasábamos prácticamente todo el día juntas. Primero en clase y después nos reuníamos en un piso u otro para estudiar, cocinar y charlar. Aquello ya pintaba a familia y amigas. Al vivir en el mismo edificio, saltarse el minimum rest para ir de un piso a otro era relativamente fácil puesto que el control de entrada y salida se realizaba en la recepción del edificio. Cada una tenía una tarjeta que debía escanear cada vez que entrase y saliese del bloque. Por si eso fuera poco, también había un segurata y cámaras.
A los pocos días de empezar el curso, empezó también el Ramadán. Durante las horas de sol (4:30-18:00, aproximadamente) los musulmanes ayunan así que todos los restaurantes permanecen cerrados durante el día y abren al anochecer. Está prohibido comer y beber en público. Los hoteles, el único lugar donde se puede hacer una vida algo más occidental como es consumir alcohol, ir a la playa o salir de fiesta, se reducen al concepto habitual de alojamiento. Durante esos 30 días, los musulmanes invierten su horario. Comen por última vez antes de que amanezca y se van a dormir, cuando está a punto de atardecer se despiertan y rompen el ayuno.
Sahar, la pobre, no tenía más remedio que ir a la Torre 1 así que pasaba unas 12 horas despierta y sin comer ni beber absolutamente nada. Al resto, se nos permitía comer en la cafetería como habitualmente así que ella se quedaba sola en clase. Al principio yo no sabía muy bien cómo actuar con ella en casa así que me levantaba muy temprano para poder desayunar sin que ella me viese y al volver de clase, esperábamos a que anocheciera para poder comer todas juntas. Al final acabó dándome igual y comía siempre delante de ella ¡La confianza qué asco da!
Se nos había juntado la rutina de clase, las normas, el calor insoportable y el Ramadán. ¡Menuda combinación! El jueves era nuestro único día de desconexión y vida social de aquel mes. Salíamos de casa justo al anochecer, sobre las 6 de la tarde. Sahar rompía el ayuno en el taxi con unos dátiles y agua. El taxi era el único medio de transporte a nuestro alcance. El transporte público en Doha básicamente no existía, una ciudad tan nueva, grande y rica y sin rastro de metro. Ahora han abierto uno con un par de líneas pero que no cubren la mayoría de las zonas de la ciudad. Apenas había cogido tres taxis en toda mi vida y ahora resulta que era mi única alternativa. Lo bueno es que, al ser un país con tanto petróleo y gas natural, el precio de la gasolina y por tanto del taxi, era bastante asequible. Era poner un pie en la calle, y ya había un taxi esperando. Qué sofisticada.
Aprovechamos para ir conociendo la ciudad. Sorprendentemente, los lugares que visitamos aquellos jueves se convirtieron en los que más frecuentaría durante los más de dos años que estuve allí. Sin duda alguna, los centros comerciales entran en esa categoría. Visitamos un par de ellos. Nada que ver con los que yo había visto antes. Son gigantescos, con todo tipo de marcas y una decoración digna de contemplar. El concepto de centro comercial allí va más allá del shopping, es la cafetería, el supermercado, el restaurante, el espectáculo, un lugar donde resguardarse del calor, donde quedar, donde presumir y hasta ligar.
Aunque no fue la mejor de las ideas, también visitamos sitios en el exterior. No, yo no había experimentado lo que era sudar hasta entonces. Y encima, olvídate del top de tirantes y el pantalón corto. La longitud de seguridad iba de rodillas a codos.
Descubrí Corniche, un paseo junto al mar con vistas a una línea de horizonte llena de edificios altos, lujosos y llamativos. Es uno de los pocos sitios donde se puede pasear en Doha ¡Mi sitio favorito!
![]() |
MIA Park, Doha. |
También descubrí el Souq Waqif o zoco, yo diría que el sitio con mayor expresión de la cultura árabe en Doha. Lleno de colores, telas, joyas, decoración, vestimentas tradicionales, restaurantes de comida típica y animales como camellos o halcones. Con la cantidad de influencia y decoración árabe que tenemos en Andalucía, no me sorprendió tanto como a los demás.
![]() |
Souq Waqif, Doha. |
También fuimos a la Perla, es una zona bastante nueva y aunque una de las más ricas de la ciudad, se aleja tanto de la arquitectura suntuosa y atrayente de algunas zonas como de la mediocre y vulgar de otras. Está llena de edificios coloridos no muy grandes, pequeñas calles, un canal, un puerto y unos cuantos yates. Durante el fin de semana, es el sitio por excelencia en el que los cataríes compiten por ver quién es el más rico. Y allí, entre Ferrari, Rolls Royce, Bentley, Bulgari, Chanel, Louis Vuitton, Cartier, Gucci y algún yate, estaba yo sin ni siquiera saber qué era todo aquello.
![]() |
The Pearl, Doha. |
Poco a poco iba construyendo mi nueva vida, mis amigas, familia y vida social. Y aunque había pasado muy poco tiempo y todo se alejaba enormemente de mi zona de confort, empecé, de algún modo, a sentirme de allí. Tal vez, la zona de confort no significase comodidad sino rutina, y fue necesario darle la vuelta a esa rutina para encontrar mi verdadera comodidad.
Comentarios
Publicar un comentario