Capítulo 1: ¿Madurar o dar la vuelta al mundo?
No sé si era por el tipo de sociedad en la que vivimos o por un concepto tal vez erróneo que yo misma me había creado, pero siempre pensé que el camino correcto era decidir a los 18 a qué te quieres dedicar profesionalmente, elegir tu carrera universitaria y, al finalizarla, trabajar de aquello que decidiste varios años antes cuando aún estabas con un pie dentro del cascarón, sin marcha atrás y sin salirte del plan establecido. Yo siempre había tenido bastante claro que quería dedicarme a la enseñanza y a los 16 decidí que mi especialidad sería el inglés. Así pues, al acabar el instituto fui a la universidad y estudié filología inglesa y cuando terminé, hice el máster en educación secundaria; el siguiente paso era opositar y empezar a trabajar en institutos lo antes posible.
Sin embargo, sentía la necesidad de romper con ese camino y tomarme un año de desconexión y experimentar una vez más la vida en el extranjero (ya había vivido en Inglaterra dos veces, una de Erasmus y otra de Au Pair) antes de asentar mi vida. Me empecé a obsesionar con viajar, me daba pena pensar que el mundo era tan grande y yo no iba a ver ni lo más mínimo, el fondo de pantalla de mi ordenador era un mapamundi y me pasaba las horas mirándolo. A la vez que hacía el master me apunté a una academia de inglés y fue en una de las clases donde la idea de ser azafata se desató.
Estábamos un día en la academia y Thomas, el teacher, nos preguntó que a qué nos gustaría dedicarnos como segunda opción, sin dudarlo yo dije que azafata de vuelo a lo que él me respondió: ¿y por qué no? Y con ese ‘¿y por qué no?’ en la mente me planté unos meses más tarde en una entrevista en Madrid para un puesto de azafata para la aerolínea de Emirates.
No sé cuántas veces me pregunté qué coño estaba haciendo yendo a Madrid a una entrevista en la que nunca me cogerían. No es porque no confiase en mí, pero en ese tipo de entrevistas suele haber unos 300 candidatos de los cuales solamente unos 10 acaban consiguiendo el puesto. Pues bien, yo tuve la inmensa suerte de ser uno de esos 10. Cuando recibí el e-mail confirmando que me habían elegido para la vida idílica que me había imaginado en los últimos meses de mi vida, tuve una sensación agridulce. Y es que en el e-mail me informaban de que tenía el puesto pero debía esperar un tiempo puesto que no tenían ‘training’ disponible en el momento.
Tras informarme un poco descubrí que Emirates estaba atravesando una crisis económica y una de las medidas tomadas para hacerle frente era retrasar la incorporación de nuevos azafatos, de hecho, poco después de mi entrevista dejaron de hacer entrevistas durante casi un año. Yo seguía contenta porque parecía que lo único que tenía que hacer era esperar.
Como la espera tenía pinta de alargarse busqué trabajo como profesora de inglés y empecé a trabajar en una academia. Cuanto más tiempo pasaba, más me obsesionaba con ser azafata y viajar. Habían pasado ya unos 6 meses desde la entrevista y las únicas noticias que había recibido de Emirates eran e-mails cada mes pidiéndome que siguiese esperando. Empecé a desesperarme y a deprimirme porque dudaba que lo de azafata fuese a seguir adelante y sentía que aquella no era la vida que quería, era demasiado simple, aburrida y monótona.
‘’A esa edad teníamos dos opciones: dar la vuelta al mundo o madurar. Madurar en nuestra sociedad es abonarse a la cobardía de no tener más ambición que la de una vida cómoda, es enterrar pensamientos revolucionarios, dejar atrás locuras juveniles y aceptar la vida tal como es’’, Diario de Viaje de un Viaje Diario. El día que leí esta cita me di cuenta de que no quería madurar, no quería acabar con mis ambiciones y locuras y por eso tenía que empezar un plan B.
Entonces solicité una visa para vivir en Canadá. Empecé a buscar otras aerolíneas similares a Emirates, puesto que yo quería una compañía que volase por todo el mundo, y encontré Qatar Airways. Las características parecían similares aunque los comentarios en grupos de Facebook decían que era una compañía demasiado estricta, con muchas reglas y con poca libertad. Me daba igual, quería aquello y lo quería a toda costa.
Me denegaron la visa a Canadá, sin ningún motivo, era simplemente una elección random. Todavía me quedaba Qatar Airways. La situación se repetía, fui de nuevo a la entrevista a Madrid pensando qué coño estaba haciendo, una vez podía haber tenido suerte pero, ¿cómo iba a tenerla una segunda vez? Pues sí, ¡la tuve!
Un par de meses más tarde y en cuestión de la misma semana, me llamaron de Qatar Airways para confirmarme la fecha de mi vuelo para Catar, Emirates me volvió a mandar un e-mail pidiéndome que esperase y sorprendentemente, en una repesca, me concedieron la visa para Canadá. ¿Y ahora qué? Pues me voy a Catar, que es lo único que tengo asegurado pero por si acaso, me gasto 200 euros en el visado canadiense por si hay algún problema de última hora. ¡Ahora sí que sí!
Han pasado unos tres años desde entonces, de los cuales más de dos he sido azafata de vuelo, viviendo innumerables experiencias que me han hecho crecer enormemente y, sin embargo, me atrevería a decir que ese año tratando de buscar mi felicidad ha sido una de las que más me han enseñado.
Aunque suene a tópico, sé inconformista, busca aquello que deseas, siempre hay algún modo de alcanzarlo y si no lo hay, es que no lo deseas tanto como crees. No madures hasta que no estés listo para ello.
Después de cumplir mi sueño yo ya estoy lista para madurar y más motivada que nunca para retomar aquel ‘’camino correcto’’ del que hice un paréntesis, ser profesora de inglés.
Siempre llegarás dónde quieras llegar, no lo dudo.
ResponderEliminarQue reflejado me veo en parte de esta historia. Me alegro muchísimo que no decidieras madurar y fueras a explorar el mundo porque algún día podrás contarle a tus hijos que con 28 años le diste un par de veces la vuelta al mundo, no todo el mundo puede decir eso!!!! Esto te cambio la vida para siempre y siempre tendrás que vivir con ello!!!
ResponderEliminar